Cómo detectar el dolor en los animales de granja

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Los animales de granja pueden padecer dolor como consecuencia de variadas patologías. Es un problema que afecta su bienestar corporal permanentemente. Tomando como ejemplo a los ovinos y los bovinos, las mastitis y las lesiones en las pezuñas son causales frecuentes de dolor a distintos niveles.

De la misma manera, son sumamente dolorosas ciertas prácticas de manipulación animal que se sigue en numerosas granjas o criaderos como la castración o la amputación del rabo. Es una práctica que se lleva a cabo en los ámbitos pecuarios de numerosas naciones. Como muestra de lo anterior tenemos el “mulesing”, práctica que consiste en cortar la piel del área perineal y la zona de los cuartos traseros de las ovejas.

Esto se lleva a cabo aún en ciertas partes del orbe al manipular a las ovejas merino australianas. Se trata de una medida para impedir las infestaciones de larvas de mosca, eficaz, aunque muy dolorosa para el animal al que se somete a tal mutilación.

El problema del dolor en los animales de granja

Justamente ese dolor infringido a los ovinos y bovinos de las granjas es lo que comentaremos con más detalle en lo que sigue.

El control del dolor en los ovinos es poco adecuado en la mayoría de los casos. Uno de los motivos principales que manejan los veterinarios para no suministrar analgésicos a las ovejas es lo complicado que resulta detectar y calcular el dolor en esta clase de animales. De manera que, tener a la mano indicadores válidos, confiables y útiles para identificar el dolor en el ganado ovino o bovino será muy positivo para aplicar los mejores tratamientos encaminados a recuperar la salud de los ejemplares afectados.

Conocer más acerca del tema es una vía para que los veterinarios y los encargados de negocios pecuarios tengan una mayor conciencia acerca de la importancia que tiene el dolor y su control para alcanzar el bienestar físico de los animales de granja.

Cómo calcular el dolor en los animales pecuarios

El dolor en ovejas y bovinos es mensurable utilizando ciertos indicadores tanto fisiológicos como de conducta. Por lo que se refiere a los primeros hay que mencionar la concentración plasmática de cortisol y la hiperalgesia. Esta última se perfila como una respuesta al dolor físico que exhibe el animal- incrementada a estímulos nocivos- y que es mensurable propiciando estímulos mecánicos cuyo nivel se eleva poco a poco hasta que el ejemplar responde movilizando su cuerpo.

Y si bien son bastante usados en las investigaciones veterinarias, los medidores fisiológicos que se miden en el torrente sanguíneo no son prácticos, ni de inmediato aprovechamiento en la práctica pecuaria del día a día.

Recursos para detectar y medir el dolor en los ovinos

Los recursos para evaluar el dolor en los animales de granja dependen en buena medida de alteraciones súbitas en el comportamiento de los ejemplares. En este caso estamos hablando de medidores sensibles del dolor de tipo no invasivo. En años recientes se ha descubierto que las alteraciones en las expresiones faciales de los animales afectados son bastante aprovechables para la detección del dolor.

De la misma manera, los veterinarios y responsables de negocios pecuarios han desarrollado escalas puntuación para evaluar los alcances de las cojeras y mastitis, problemáticas que se encuentran entre las más frecuentes e importantes relacionadas con el dolor en los animales de granja.

Indicadres de malestar físico en los animales de granja 

Es tiempo de mencionar las alteraciones de comportamiento que se presentan frecuentemente en los ovinos con dolor de granjas y criaderos. Por ejemplo, estos animales tienen la tendencia a fruncir el labio superior, presentan temblores corporales en abundancia, exhiben posturas corporales extrañas y emiten raras vocalizaciones, etc. Todo lo anterior ha sido detectado en corderos a los cuales se les ha amputado el rabo o que han sido castrados.

En el caso de las ovejas, cuando experimentan dolor, con frecuencia exponen signos como los siguientes: disminución de la ingesta de comida y de la rumia normal realizada por el ejemplar; exponer la tendencia a frotarse, rascarse o lamerse la zona del cuerpo donde se presenta el dolor; exhibir una renuencia a movilizarse; rechinar la dentadura o tener los labios fruncidos, y presentar interacciones alteradas con otros animales y con el personal que atiende ese negocio pecuario.

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